En el “paseo” diario que hago sobre las cuestiones de internet que me interesan he encontrado hoy una que me ha llamado mucho la atención y, aparte de dejarla anotada en mi Scoop-it, quiero referirme a ella de un modo especial, quizá porque es también especial el modo en que ha tocado “mi fibra” o porque mi propia situación hace que lo que aporta me afecte.
Está editada la entrada en ined21.com, con el título “Superar las crisis que nos afectan al final de nuestra vida: ¿Son tan importantes las emociones en nuestra desarrollo vital? y su autor es Juan Ramón Diaz Martínez.
Estamos de acuerdo que uno de los MIEDOS que más poderosamente nos afectan a los seres humanos es la SOLEDAD, sobre todo la de carácter afectivo. No hace falta ir a estudios de autoridades científicas para saberlo, solo hay que haber vivido con cierta atención y sensibilidad. La muerte se nos presenta, al menos en nuestro espacio cultural occidental, como la mayor de las soledades, aunque solo sea por no saber nada de ella. Ese sentimiento de SOLEDAD SUPREMA es lo que, según nuestro criterio, hace tan especialmente doloroso el pensamiento sobre la muerte (y quizá por eso mismo todas las religiones ponen un acento especial en ella).
La SOLEDAD se cubre con recuerdos, con pensamientos… que, al final, no son más que finos velos que no tapan nada, excepto en una cosa: nos revelan lo que HEMOS SIDO. Pensar en el discurrir de nuestro tiempo y en lo que hemos hecho en él nos induce a pensar (también es una teoría personal) que podríamos haber hecho más o haber hecho más cosas, como si eso fuera un ruego que pueda ser atendido, pero solo es eso, aunque sirva para evadirse de la realidad, sea la que sea.
En todo caso es cierto, como anota el autor, que lo emocional, lo afectivo, se hace evidente con fuerza cuando hay que ver la vida por el espejo retrovisor (no son sus palabras, pero creo que esa es la idea, al menos como nosotros lo pensamos). Hasta el punto que es necesario contar con un buen equilibrio personal para resolver la soledad, esa que nos hace mirar todo de manera retrospectiva.
Es la INTEGRIDAD (según el autor y estamos de acuerdo con él) la que nos hace ACEPTAR la vida y el camino recorrido.
De este modo, concluye, la actividad, la vitalidad, el optimismo (o cierto nivel de optimismo), la sensibilidad, la curiosidad, la fantasía y la fidelidad a unos principios,… es lo que nos puede ayudar a superar los miedos.
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