La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

lunes, 21 de agosto de 2017

NADA ES VERDAD NI MENTIRA: ES LA POSTVERDAD

NADA ES VERDAD NI MENTIRA: ES LA POSTVERDAD

Hemos hecho un axioma del viejo dicho: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. 

Tanto es así que las noticias falsas o los caminos alternativos para analizar la realidad hacen que no podamos fiarnos ni denostarlos por sí mismos y que alteremos el modo en el que almacenamos las informaciones en nuestro cerebro.

Es que hemos debilitado el concepto de verdad porque no nos fiamos de nuestras fuentes, por buenas que estas fueran, ni aún de nuestro criterio. NO NOS FIAMOS y sin confianza, nada merece la pena, nada tiene el valor de ser almacenado y cuidado en nuestro almacén de datos.

El miedo no es discernir sobre qué nuevos sistemas alternativos se pueden presentar analizar los hechos, sino de los efectos que eso tiene sobre la información cobre la construcción de conocimiento. Ee hecho, la POSTVERDAD, impide que PROCESEMOS LA INFORMACIÓN porque nos falta un criterio para hacerlo.

Ahora asumimos que todos los medios, todos lo políticos y todos los congéneres MIENTEN o muestran solo aquello que les interesa y del modo que les interesa, de tal modo que contradecir una mentira es harto difícil, ya que cualquier cosa vale para ser contradicha a su vez.

El ejemplo, no por aterrador menos claro, lo vivimos durante el atentado de Barcelona. Antes de que los medios -digamos que “oficiales” (TV, radio, web de la prensa escrita) pararan sus emisiones para dar la noticia, estas ya había corrido por las redes, con vídeos, fotografías y breves comentarios, de tal modo que a las 18:30 no se sabía si había un muerto o 30, si los heridos eran esos 30 u 80, si habían intervenido dos coches o uno, si había un montón de rehenes o ninguno… Ya se habían puesto en circulación imágenes truculentas e hirientes para los familiares de los heridos y muertos. Era lo más parecido a una GUERRA CONTRA LA REALIDAD a pesar de que la policía repetía una y otra vez que no se hiciera.

Los teléfonos, la velocidad con que se transmitió la noticia, casi hacía pensar en una escena “montada” en vez de una cruda realidad. Montada por nuestro cerebro, claro, al intentar sintetizar tanta información parcial.


La postverdad ha destruido el análisis de la realidad y la ha velado a la hora de ser analizada, es más, ha destruido la confianza y la autoridad intelectual o moral.

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