EL FUTURO VIENE NUBLADO
Uno siempre ha creído que la democracia se ejerce desde el diálogo y la participación, desde la libertad y la igualdad, desde el respeto y la tolerancia y también desde el conocimiento y el reconocimiento. Pero la realidad, la cruda y cabezona realidad se empeña en decirme que eso no es así, que en muchos casos y momentos retrocedemos, no ya siglos, sino eras históricas y nos volvemos “lobos” ante lo y los demás, cerriles por amparar un territorio, o sea, nos vemos abducidos a comportarnos como las tribus y los grupos animales: territoriales.
Las sociedades dejan de ser “Naciones de ciudadanos”, para ser “territorios” de supervivencia de unos pocos (de aquellos que se imponen). No hay matices, hay “trágala” y en ella no caben normas, leyes, éticas, ni historias.
No se puede vivir a costa de los excluidos de un territorio, no se puede predicar y defender la soberanía de las masas frente a la soberanía de LOS CIUDADANOS.
No se puede vivir defendiendo que todo lo malo viene de fuera, de otros territorios, y cerrarnos a ellos, no se puede tener la EXCLUSIÓN COMO PRINCIPIO, porque eso deslegitima lo racional, no ya la convivencia, que desaparece y se desprecia por completo.
Los cambios no pueden desprenderse solo de la realidad de otros territorios, de la violencia, a fin de cuentas, sino de las normas, de los miembros de esos territorios. Lo demás es abjurar de la democracia, de la libertad y de la igualdad.
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