LOS JUECES DE MENORES
Ayer, día 19, apareció la siguiente carta abierta, obra del Juez de Menores de Granada Emilio Calatayud.
Es un juez que sigo desde que comenzó a ejercer, porque en ese momento yo era asesor de formación de los Delegados de Asistencia al Menor y viví el nacimiento de los Juzgados de Menores, pero le traigo aquí porque en su entrada al blog diario que lleva, aparece el siguiente ruego: “A los seguidores del blog os pido que compartáis y difundáis esta carta abierta para ver si logramos que algún parlamentario, diputado o senador nos haga caso. Gracias”. También porque pienso que lo que pide es muy importante.
El texto es el siguiente:
“Estimados parlamentarios autonómicos, diputados y senadores, legisladores todos: soy juez de Menores desde hace 29 años, lo que me convierte en el magistrado más antiguo de España en esta especialidad. Pues bien, llevo 29 años condenando a adolescentes a aprender a leer y escribir.
Acabo de empezar el nuevo curso judicial y he celebrado los primeros juicios, y como en el Día de la Marmota, he vuelto a encontrarme con chicos de 16 ó 17 años que prácticamente no saben hablar ni leer. Y si saben, no entienden lo que leen ni lo que escriben, porque tampoco saben escribir. Es una pena.
Nuestros niños son cada vez más brutos: esa es la triste realidad. En este sentido, quiero formular un ruego: estimados parlamentarios, diputados y senadores, legisladores todos, vengan a mi juzgado (o a los de cualquier otro compañero) para que vean que no exagero.
Nosotros, en Granada, solemos celebrar las vistas todos los martes a partir de las 10 de la mañana. Si se deciden a aceptar la invitación, llamen al juzgado con suficiente antelación para que les reservemos un sitio y, por favor, vengan con la mente abierta. Dejen a un lado lo que dicen sus respectivos programas sobre la educación en España. Sean seres humanos y no sólo seres políticos. Escuchen y luego pregunten si lo desean. Vean la realidad que mis compañeros y yo llevamos viendo desde hace décadas. Luego, piensen y legislen. Lleguen a acuerdos duraderos en esta materia.
Si un adolescente acaba la educación obligatoria siendo un analfabeto completo o funcional -que viene a ser lo mismo- tendrá muchas posibilidades de ser explotado laboralmente, engañado o de acabar siendo carne de cañón.
Cuando empecé en Menores, hace ya 29 años, un chaval me pidió que le condenara a aprender a leer y a escribir porque eso le serviría para ser libre, verdaderamente libre. Suscribo lo que me dijo aquel niño y reitero la invitación, señorías.
Atentamente, Emilio Calatayud.
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