La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

miércoles, 12 de julio de 2017

EL VERANO DE 1997

EL VERANO DE 1997

Buena parte de la población actual no vivió con conciencia (por su edad) aquel verano de 1997. A mi me pilló en Argentina, en un frío invierno y lo viví con la perspectiva de la distancia, lo que creo que da una visión menos acalorada, pero más centrada, de los hechos.

Es curioso que también me pillara en Argentina, tiempo después, la destrucción de las Torres Gemelas de New York, pero esa es otra historia para otro momento.

La noticia del secuestro de Miguel Angel Blanco me la dio una persona conocida diciéndome eso tan sabido de “hay que ver como está España, los gallegos estáis locos”. Le pregunté la razón y qué habíamos hecho esta vez y me contó la noticia, ante las imágenes que iban apareciendo en la televisión. El hombre razonaba ante el hecho de que “una nación que sale toda ella a la calle por un joven era razón más que suficiente para que ese joven viviera, pues había conmovido hasta las piedras más ocultas que sostenían al país”. Y efectivamente. La televisión daba imágenes de manifestaciones masivas en todas las ciudades y pueblos, a la vez que conectaba con periodistas de muchos de esos lugares, para que narraran el ambiente. Ese joven, M.A. Blanco, había conmovido hasta lo más hondo la conciencia de un país.

Pero la barbarie y la la falta de raciocinio imperaron sobre el corazón de la ciudadanía y, pasado el plazo dado, M.A. apareció muerto. Hasta en aquella ciudad en la que estaba las calles quedaron en silencio y se removieron los estómagos de la gente. No se lo acababan de creer, pero algo había cambiado: si alguien guardaba alguna simpatía por los sanguinarios raptores de M.A., aquel día se borró del todo.


Eso es lo que hay que celebrar a los 20 años de aquel suceso. Lo de si son galgos o podencos es para otras cosas. 

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