ABRUMADO POR LOS HECHOS

ABRUMADO POR LOS HECHOS

En mi “almacén” de contenidos he recogido un estudio del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología de la Universidad de Málaga que intenta analizar la eficacia, efectividad y eficiencia de los primeros 10 años de la ley contra la violencia de género. EL título es bien sugerente: “En las cárceles españolas ya hay más presos por violencia de género que por tráfico de drogas” (viene el el Diario El País del 9 de enero). La noticia es bien paradójica porque tiene dos lecturas claras y dicotómicas: existe más violencia contra las mujeres y hay menos gente que se droga, pero no quería que ese fuera el tema de esta entrada, aunque ahí queda el dato para la reflexión (que la tiene)

Lo anoto porque entre las noticias de ese mismo día 9 aparecen otras que me asustan tanto o más. Por un lado está el hecho de que dos muchachos, de 13 y 16 años, tomaran al asalto a una persona de 42 (que parece había sido jugador de fútbol) y le mataron a navajazos.

El tema tiene miga. Admito que la edad penal es la que es y ya me parece bien (incluso admitiría que el lapso fuera mayor), vamos, que ninguno de los dos muchachos han de pasar por los juicios normales, sino por los de menores, pero ¿nos hemos parado a pensar por qué a esa edad dos jóvenes muy jóvenes son capaces de actuar así? 

Porque el problema no está solo en el hecho (ya de por sí grave) sino en el proceso que lleva a los jóvenes a esas acciones. Ya hemos hecho otros comentarios que he ido recogiendo sobre la edad en que se inician los jóvenes en el fumar, beber, actuar sexualmente, abandonar los estudios, ser violentos con los progenitores y los iguales, enfrentarse a las autoridades… y los pelos se me ponen como escarpias.

Hemos de asumir que algo estamos haciendo mal, muy mal y hemos de poner remedio cuanto antes, al menos antes de que todo se nos vaya de las manos y entremos en la ley de la selva.