La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

viernes, 26 de enero de 2018

OTRO LOCO CON OTRO GORRITO

OTRO LOCO CON OTRO GORRITO

Hablábamos ayer de la diversificación política y de la necesidad de que los partidos llevaran en sus bolsillos PACTOS Y CONSENSOS si de verdad miran a los ciudadanos y no a sus propios ombligos o a los de sus líderes, porque la verdad es que, entre las cosas nuevas que nos ha traído el nuevo siglo está el hecho de que los partidos tienen a uno delante (el líder o lo que sea) y a un número indeterminado de seguidores, que varían según vean al tal líder o lideresa.

Afirmábamos que no había tal clima de PACTOS y CONSENSOS por razones diversas, sino “movimientos tácticos y/o teatrales” para llamar la atención, tener un minuto más de TV o un comentario más largo en la prensa escrita. Para despistar, vamos, pues de lo que se trataba era de fastidiar al o a los partidos más cercanos ideológicamente hablando (el hecho de que los partidos actuales tengan ideología hay que tomárselo con cautela, pues es frágil y diversa, según las conveniencias del momento).


De este modo todos quieren imponer su criterio o cacarearlo, independientemente de que después se cumpla o no, en aquello en que puedan confluir o enfrentarse. Y ahí, en ese lanzar gritos al cielo sí que se señalan necesidades sociales, pero con sordina, porque el eje argumental sigue siendo el mismo: a ver a quién fastidiamos.

Que hay necesidades sociales abandonadas a la buena de dios es fácil establecerlo. Bastaría con que salieran esos políticos a la calle sin prejuicios y preguntaran y verán los grandes temas (y los pequeños) a los que tendrían que enfrentarse y que necesitan pactos y consensos: El tema de la geografía del agua, la investigación, la educación, las pensiones, la financiación autonómica, la fiscalidad, la reforma constitucional, la sanidad, la seguridad, la justicia, la articulación de tanto entramado burocrático (nacional, comunitario, provincial y local)… y todo aquello que nos lleve al bien común y que nos permita percibir que todos somos iguales ante la ley.

Los líderes han de viajar por nuestra geografía y hacer lo que los habitantes de cada zona tienen que hacer o pagar por todo para comprobar lo que decimos y vivir las desigualdades que nuestras leyes guardan en su letra pequeña y dejarse de mirar al líder vecino. Lo demás son voces en un coro.

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