EL DOLOR
Desde que se ha puesto de moda la Educación Emocional pareciera que todo guarda relación con ella y que su ausencia es origen de todas las frustraciones habidas y por haber.
Lo último que me he encontrado es su relación con su aceptación, con su gestión y con su superación, cuestiones todas de alto interés, en la medida en que, con más o menos intensidad, todos acabaremos sintiéndolo.
Los libros nos dicen que hay dos tipos de dolor, el que nos lastima o el que nos cambia y quizá pueda ser así, aunque yo no lo defendería, el dolor creo que hace las dos cosas a la vez, al menos entendido tal y como nos lo describen los diccionarios:
1.Percepción sensorial localizada y subjetiva que puede ser más o menos intensa, molesta o desagradable y que se siente en una parte del cuerpo, siendo el resultado de una excitación o estimulación de terminaciones nerviosas sensitivas especializadas.
2.Sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos.
Supongo que esas cosas que decíamos (su aceptación, su gestión y su superación) se adquieren por experiencia y que, por más que nos empeñemos en su reducción, hay muchos tipos de dolor.
Supongo que esas cosas que decíamos (su aceptación, su gestión y su superación) se adquieren por experiencia y que, por más que nos empeñemos en su reducción, hay muchos tipos de dolor.
El dolor es un síntoma de otra cosa, es una manifestación y no está mal aprender pronto que existe esa dimensión en nuestro discurrir vital. Quizá su superación, al menos desde mi experiencia, tenga que ver más con la autonomía, la madurez, la autoestima y la propia experiencia y con el hecho de que no siempre estamos de igual manera y con el mismo nivel de satisfacción o tranquilidad, lo cual no supone la aceptación, porque existen muchas experiencias que nos lastiman y algunas de un modo indeleble.
Esta entrada guarda relación con Hoy Aprendí el noviembre 06, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario