LA POSVERDAD DE NUEVO
El término posverdad, fue declarado palabra del año en 2016 por el diccionario inglés “Oxford”, en su versión original en inglés “post-truth” y estrará como neologismo en la versión actualizada del diccionario de la Real Academia Española (RAE) de este año, 2017.
La posverdad se define como " toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”.
De alguna manera, o del todo, es el arte de disfrazar las mentiras, porque nace de personas y personajes que, como decía Nietzsche, son “espíritus que enturbian el agua para que parezca más profunda”.
De otra manera, la POSVERDAD es la MENTIRA de la posmodernidad, o sea, apelar a las emociones para sembrar verdades imaginarias, de tal manera que lo falso tenga status de verdad.
Eso ocurre porque hemos dado paso al relativismo en el discurso, lo cual produce vacíos que son o pueden se ocupados por discursos impuestos (por el poder, por la sobreinformación o por la manipulación pura y dura, sobre todo cuando se trata de política).
El imperio de la sociedad hipermediada, sobreinformada, ha sido el vehículo fácil para ayudar en el consumo de la información sin que el análisis lógico (ni de ningún tipo) actúe sobre ella. La información, de este modo, ha inundado todos los espacios vitales del ser humano sin selección ni análisis previo, de tal modo que ha generado las opiniones que se nos han transmitido sin haberla digerido. Ya no hace falta verificación, ni espacios de consenso, solo se espera proselitismo.
Solo así se pueden explicar hechos como los que se dieron con el Brexit en el Reino Unido o con la campaña y el triunfo de Donald Trump a finales del 2016 en los Estados Unidos, incluso los movimientos nacionalistas surgidos en el seno e la UE posteriormente. Y salir de ese hedonismo individuaizante no va a sernos nada fácil.
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