La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

lunes, 27 de noviembre de 2017

REFLEXIÓN: GRANDES BENEFICIOS DE UNA “MOVIDA”

REFLEXIÓN: GRANDES BENEFICIOS DE UNA “MOVIDA”

Estamos a menos de un mes de unas nuevas elecciones en el noreste peninsular, esas que no se atrevió convocar el entonces presidente (o no le dejaron, porque, a fin de cuentas no ha sido más que un muñeco de guiñol en el escenario político). Es hora de preguntarse qué hemos conseguido hasta ahora, sobre todo porque eso nos dirá qué puede ser posible conseguir en el futuro.

Por ahora hemos asistido a una guerra perversa, aunque “virtual”, esto es, sin sangre, de grandes movilizaciones que recordaban otros tiempos y otros movimientos populistas (muy peligrosos) y que eran o formaban un gran escenario crispado y violento que ha ido tensionando la sociedad y a sus individuos hasta extremos irreconciliables. Hemos visto como se ha tratado al “enemigo” (creado, esto es, al que no comulgaba con las ideas previamente establecidas). Hemos visto también cómo se practicaban las normas de la no información (que hace poco recordábamos en una entrada) o información falsa y como el cinismo llegaba a dejar en ruinas la sociedad, que ha acabado hecho trizas.


Hemos asistido a un silencio impuesto, a la soledad y la tristeza forzados por la xenofobia, a la pérdida de ilusión, a la vuelta al pasado y a la pérdida de la solidaridad a fuerza de escuchar lo malos que hemos sido desde el inicio del universo con la única tierra verdadera…

La violencia siempre es mala, pero la creación de falsas identidades, las imposiciones de lenguas o de hechos, la pérdida de amigos y relaciones …. nos ha dejado humillados y ofendidos.

Hemos pasado a vivir en nueva tiranía (también “virtual, pero densa y perceptible) que es la tiranía administrativa y que se podía haber evitado. Pero es bien triste no haber contado en todo este tiempo más que con personas que han dedicado su esfuerzo intelectual en tratar de convencernos de que las ruedas de molino son el pan de cada día.

Vivimos en un nacionalismo étnico y económico, cínico y  falaz, apoyado en el declive de la economía (que ha afectado a todos, reitero: A TODOS) y en el “ego” (digo yo, por no decir palabras gruesas) de unos pocos, comenzando por los escondidos en cierto país del norte europeo) que se sirven de este estado de cosas para sus propios intereses (todos mezquino y egoístas) y para esconder su poca valía.


Los nacionalismos (que son muchos por desgracia en esta vieja Europa) siempre traen efectos colaterales inesperados y peligrosos. Si nos centramos en el noreste peninsular, el resultado es que, por ahora, esta tierra y su gente está saliendo perjudicada, más empobrecida (culturalmente, socialmente y económicamente), y con una herida abierta que será difícil cerrar

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