A VECES
A veces uno se deja llevar por lo más evidente y no acaba de hilar bien la racionalidad de los hechos y eso creo que me está pasando con algunas de mis entradas, en las que estoy poniendo el acento más en lo que la gente y los medios ponen en evidencia y no en sus entresijos. Veamos.
A pesar de lo que he venido diciendo y de que algunas de las decisiones y no decisiones de Rajoy han quebrado un tanto la famosa hoja de ruta de Puigdemont, al final creo que éste va ganando, aunque solo sea por el hecho de que va por delante, de que solo deja actuar a Rajoy como respuesta, o sea, que el Gobierno Nacional está cayendo (no sé si poco o mucho) en la trampa del noreste.
Eso se justifica por ejemplo, en cómo el noreste ha ganado la batalla mediática internacional (que antes nunca pudo alcanzar a pesar de los dineros gastados y de los esfuerzos realizados por cierto consejero y gobierno en pleno).
Otra justificación: el enrevesado y falso referéndum del 1 de octubre fue un éxito para el noreste, al menos en principio, porque después provocó algo: (no sé si previsto en la puñetera hoja de ruta esa) el miedo y huida de bancos, empresas, inversores y dinero de los ciudadanos, que ha dejado las arcas de ese lugar del mundo con telarañas.
Pero los datos (falsos a todas luces) del 1 de octubre permitió al Molt Honorable declarar la independencia. Digo yo que lo hizo cuando dijo:
“Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo, al presentar los resultados del referéndum ante todos ustedes y ante nuestros conciudadanos, el mandato de que el pueblo de Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república. Esto es lo que hoy hacemos con toda solemnidad, por responsabilidad y por respeto”.
Es cierto que fue el Presidente de una República más volátil del mundo, pues duró unos segundos:
“Y con la misma solemnidad, el Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada”.
Eso pone a Rajoy en una tesitura que por ahora ha sabido trastear, pero que “estirará” el problema y su divulgación. Rajoy se olvida que en el noreste se está jugando bajo la mesa, no sobre ella.
(continuará)
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