La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

lunes, 23 de octubre de 2017

LAS EMOCIONES

LAS EMOCIONES 

Hasta ahora yo mismo he defendido que la cuestión nacionalista era o nacía de un sentimiento, de una emoción y que, por lo mismo, no había manera de cuestionar nada de aquellos que, de un modo un tanto fanático, eran creyente a ultranza de ese sentimiento, se colocaban en esa vía.

Pero poco a poco me he ido preguntando algunas cosas. Si el tema fuera así, admitiríamos que el nacionalismo agota su ideología en preservar lo propio y mandar a vaya usted a saber dónde lo demás, que quedaría fuera de las fronteras del fanático por desprecio. De ser esto así, además, asumiríamos que TODOS los AFECTOS POLITICOS tendrían que tener un valor equivalente (cuestión que los fanáticos ahora desprecian).


Solo analizando esas dos cuestiones romperíamos la defensa de que los sentimientos son un REDUCTO de defensa de la postura de algunos individuos y que el nacionalismo ha de ser respetado, pues TODO ha de ser respetado.

Estos nacionalistas, por otra parte, señalan una diferencia entre su postura ante la democracia y la nación. Para ellos la democracia es un PRINCIPIO que puede defenderse RACIONALMENTE y estoy de acuerdo y seguramente todos están de acuerdo (menos unos pocos, claro está), pero que la nación NO PUEDE DEFENDERSE ASÍ, ya que es un concepto afectivo, por lo que debe ser respetado.

Y eso rompe os esquemas del razonamiento más simple, porque si no puede cuestionarse el concepto de nación, TODOS DEBEN DE SER ADMISIBLES, APROPIADOS Y RESPETADOS, lo que invalida el que, por ejemplo, un grupo de energúmenos, a sueldo de cuatro ideólogos intenten imponer su concepto de NACIÓN y eso sin meternos que muchas veces el concepto de nación nace de cabezonadas, de sentimientos infundados o del adoctrinamiento. Ejemplos hay en la historia para no entrar en más disquisiciones.

No todo sentimiento es admisible, como no lo son todas las opiniones, no me entra en la cabeza que el odio sea lo mismo que el amor, el respeto que la INTOLERANCIA.

Eso hay que aplicarlo al tan traído y llevado “derecho a decidir”, que, por muy bien que suene, antes hay que saber SI TIENE ESE DERECHO y hacerlo de un modo racional.

En DEMOCRACIA toda pertenencia ha de someterse a la común de la ciudadanía, no a la particular de un grupo, pues la democracia nos CONSIDERA A TODOS CON LOS MISMOS DERECHOS y hace que respetemos los sentimientos universalmente respetables nacidos de esa conciencia democrática 



La ideas están tomadas de Aurelio Arteta, catedrático de Filosofía moral y política de la Universidad del País Vasco.

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