LAS ADICCIONES SIBARITAS
Dicho así, una “adicción sibarita” debe entenderse como la inclinación compulsiva hacia la vida placentera y refinada. Y la verdad es que los tiempos y sus adelantos nos están llevando a ello con rapidez. Hasta se busca el coche que nos lleve, sin que tengamos nada que hacer, allá donde queramos y ese sería un ejemplo más de lo que queremos expresar.
El “sibaritismo” está en la “marca de clase” de los valores predominantes de hoy, porque el placer es lo que rige todo aquello que se busca o desea. No es que eso sea malo, de hecho todas las adicciones buscan el placer aún a costa de destrozarse. En sí mismo no lo es. Está claro que entre dos conductas o acciones siempre es mejor elegir aquella que nos “cueste” menos (esfuerzo, por ejemplo). Pero lo hacemos con tanto empeño que convertimos esa forma de actuar en “ley de vida”, de tal modo que, en demasiadas circunstancias esas aciones placenteras son lo que determinan nuestra única forma de actuar, esto es, se convierten en comportamientos adictivos.
No hablamos ahora de productos químicos, fumar, drogarse de alguna otra manera, beber, ….) sino de CONDUCTAS que, por sí solas, si no se convirtieran en hábitos que nos arrastran, serían comportamientos inocuos o, incluso, beneficiosos en algunos casos: el gimnasio, el correr, el sexo, las compras, las apuestas, el juego, los coches, la poseían de los últimos avances electrónicos, etc.
Hablamos, por lo tanto de dependencias psicológicas que convertimos en adictivas en principio por algún tipo de placer personal.
Sabemos que existe lo que se ha dado en llamar “un círculo del placer” (muy visible en los adictos a la “nueva cocina” o a la cata de vinos, por ejemplo), pero no queremos entrar en el detalle, sino dejar constancia de que existen adicciones más allá de las conocidas como tales.
Y es que este tipo de adicciones suele pasar desapercibido, aunque al final provoque los mismos comportamientos y acaben rigiendo nuestras conductas.
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