La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

miércoles, 14 de junio de 2017

LAS BRECHAS TECNOLÓGICAS

LAS BRECHAS TECNOLÓGICAS

Ya hemos dejado anotado que la tecnología es la aplicación del conocimiento científico para usos prácticos, en su acepción más sencilla y para no entrar en puntualizaciones que nos complicarían.

Solo en el s.XX pasamos de tener como único valor la tierra, de una economía de subsistencia, de unas comunicaciones basadas en el caballo y la diligencia, de casas… digamos que concebidas más como refugios que como zonas de confort, etc. a una economía industrial primero y posindustrial después, a arquitecturas ergonómicas, con luz eléctrica y agua, a usar como medio de trasporte las autopistas y el ferrocarril, al auge de la aviación, a poseer una sanidad abierta, a una salubridad eficiente, a unos sistemas de conexión abiertos, universales y sin limites.

Y no hemos hablado de un sinfín de conquistas más, puesto que pretendíamos solamente señalar los cambios.

Y en esas estábamos cuando apareció el ORDENADOR, que ha dado lugar a una nueva economía  y una nueva y mayor revolución industrial y en el se pusieron no pocas esperanzas (que no hemos logrado aún, por más que ya hablemos de los coches voladores y de nanotecnologías capaces de actuar en nuestro organismo como detectores de anomalías y dispensadores de medicamentos, por ejemplo).

Negroponte, en su obra “La edad del optimismo” apuntaba que “la tecnología digital puede ser una fuerza de la naturaleza que llevará a las personas a una mayor armonía mundial”.  La verdad es que no pudo equivocarse más, por mucho que quisiera ser fiel al título de su obra.

A las muchas variables que están afectando la vida de los seres humanos (en la producción, las relaciones, la economía, los puestos de trabajo, los cambios de valores y referentes, etc,) hay que añadir otra que está pasando desaperbida, LA VARIABLE EDAD 

Al respecto me tomaré la osadía de copiar unas palabras de Joaqúin Lequina, que vienen muy bien para completar esto que queremos enunciar aqui:


Pongámonos ante un jubilado que ha tenido un empleo que exigía cierto nivel educativo y hasta técnico, pero que hoy prefiere leer el periódico en papel en lugar de buscar en la red su diario favorito, y lo mismo le pasa a la hora de leer una novela. La prefiere bien editada y no quiere bajársela gratis a su e-book. Es una persona tranquila a la que le gusta ir a comprar al mercado o a la tienda y no hacerlo a ciegas a través del ordenador. También prefiere darse una vuelta por la sucursal del banco, donde siempre le habían atendido amablemente, pero ya no lo hacen, pues el banco le exige comunicarse a través de internet, para lo cual ha de salvar no se sabe cuántas contraseñas. Tampoco puede comprar en una taquilla los billetes del AVE. Por otra parte, sabe que sus reclamaciones jamás serán atendidas por una persona con cara y ojos. Odia los móviles, no tiene ni desea tener un ordenador, detesta internet y, sobre todo, eso que llaman redes sociales, donde según él sólo hay insultos y basura intelectual. Ha sido una persona de su tiempo, pero su tiempo se ha acabado. Se ha convertido en un ser perseguido y acorralado. Las nuevas tecnologías le han echado del baile, le han aislado, y sólo le cabe esperar el desprecio y el maltrato. Es ya un marginal que si quiere sobrevivir en este mundo tecnificado tendrá que pedir socorro a sus nietos quinceañeros, pues, eso sí, aunque incultos (jamás han leído un libro) e incapaces de mantener una conversación medianamente interesante, le dan al IPhone que lo rompen”.

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