EL ENFADO SOCIAL
Si nos atenemos a las manifestaciones externas hemos de estar de acuerdo en que la gente está enfadada, cabreada, fuera de sus casillas y lo peor es que expone sus ideas (si las tiene) o se comporta y decide de acuerdo con ese estado anímico.
Así ha pasado con la elección del tan traído y lleva TRUMP, que or estar mal lo estaba hasta con su propio partid, incluso ante sus colaboradores más cercanos. También está pasando en Francia y, en buena medida en España, donde es harto difícil concitar la opinión de dos personas.
Así todo se polariza (no hay más que fijarse en los intentos de la candidata Le Pen y Macron en Francia o entre las posturas de Pedro Sánchez por un lado y de Patxi López y Susana Díaz por otro, por poner solo dos ejemplos).
De ese modo, no hay debate, hay ruptura y confrontación irreconciliable, al menos en principio.
Por otra parte los canales de ese enfado son pluriformes: las redes sociales, la prensa (que va perdiendo credibilidad en la medida en que no respeta a alguno de los bandos, lo cual es inevitable), la denominada “corrección política” y la cultura (incluida la interpretación de la historia o de los acontecimientos actuales).
En medio de la pugna entre esos canales de información tiene o adquiere más fuerza el discurso populista y variopinto de los protagonistas del momento.
Un ejemplo: En los Los EEUU el lenguaje machista suele ser castigado con severidad, pues bien, eso no ha ocurrido con Trump y mira que ha dado ejemplo de machismo. Llegó a decir: “Si eres una celebridad, (las mujeres) te dejan hacer lo que quieras, puedes hacer lo que quieras. Agarrarlas por el coño. Puedes hacer de todo”.
Otra consecuencia es la censura, en cualquiera de sus formas, pues a poco que uno de descuide un montón de “vigilantes” de esa rara “ortodoxia” intentarán echarse encima de tus ideas hasta amargarte la existencia. De eso sabemos mucho incluso dentro de nuestras fronteras.
Pareciera que aparte del enfado y cabreo, el personal adquiriera cierto rechazo a la libertad de expresión de los OTROS.
Y es que la represión no requiere de leyes ni normas, nace del miedo y eso lo manejan muy bien ciertos grupos.
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