La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

viernes, 19 de mayo de 2017

LOS ESTIBADORES

LOS ESTIBADORES

Según todas las informaciones es demasiado el tiempo que se lleva intentado armonizar la situación de nuestros estibadores con la normativa de la UE.

Se han ido sucediendo propuestas de las empresas de estiba en el marco de las negociaciones colectivas, huelgas y protestas de los colectivos de trabajadores, nuevas reuniones y propuestas de representantes del gobierno y nuevas amenazas de propuestas, sin llegar a ninguna conclusión, esto es, a ninguna solución pactada, a pesar de que, de no hacerlo, tengamos que pagar entre todos el castigo que nos corresponde por no hacerlo y que rondaría a estas alturas los 25 millones de €.

Parece ser que, por fin, el Ministerio de Fomento ha aprobado un Real Decreto de reforma del sector de la Estiba (BOE nº 114 de 13 de mayo), con lo que se dispone de un mes para que sea refrendado por el Parlamento (que no lo hizo hace un tiempo). Ese refrendo se ha logrado el día 18, pero con el enfado de los estibadores, presentes en el Parlamento.

Particularmente me parece muy bien que los estibadores hayan gozado de una situación privilegiada. La culpa no es solo suya, también lo es de quienes se lo han permitido, pero, que se sepa, la estiba, junto con la monarquía, son las únicas actividades hereditarias sobre la tierra , aunque creo que la estiba sale más a cuenta, tanto económicamente como en dolores de cabeza.

Con todo la protesta ahora viene porque se terminan los privilegios y no piensan que al resto de trabajadores se les acabaron hace tiempo o nunca los tuvieron y que, en los tiempos que corren, andar entre los 60.000 y 80.000 € anuales, con 6 horas diarias de trabajo (el resto son extras y si hay prisa también es extra) no es de este tiempo.

Deben pensar también que cada día de retraso en la aplicación de esta normativa nos costará 134.000 € y el riesgo de que los barcos se vayan a otros puertos y nos tengamos que “tragar” que 6.500 trabajadores nos salgan más caros que la suma de todos los que viven del Estado (políticos, función pública, fuerzas de seguridad, médicos, profesores…).


La solidaridad es buena si se aplica por los dos lados, esto es, si la sociedad lo asume y si los afectados se sienten satisfechos. No vale con que una de las partes por sí sola decida y razone.

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