La vida no es sino un continuo fluir de paradojas

viernes, 26 de mayo de 2017

LA POLÍTICA COMO SIMPLE TÁCTICA

LA POLÍTICA COMO SIMPLE TÁCTICA

A estas alturas no creo que nadie se escandalice si decimos que la actuación política está degradada y que casi se justifica solamente por las tácticas, por el espectáculo para conseguir la foto y salir en los medios y por actuar no ya de espaldas a la sociedad, sino como si la sociedad no existiera, más allá de aquello de “trabajar para el pueblo pero sin el pueblo” del despotismo ilustrado.


Llama poderosamente la atención que a todos nuestros representantes se les llene la boca de palabras como REGENERAR, mientras se ensucia por detrás la realidad con el fin de obtener beneficios partidistas.

Y ejemplos los hay a miles, aunque algunos son más importantes que otros, lógicamente, porque afectan más a los elementos que sirven de apoyo a la estructura social. 

Se ataca, por ejemplo y con insistencia  la separación de poderes, usando como argumento que la JUSTICIA no actúa como debiera, a la vez que se practica y se anima al puro y duro LINCHAMIENTO POLITICO y a la judialización de cualquier actuación política del contrario, al que se convierte en enemigo. Ese ataque tanto se justifica en que la justicia no actúa con celeridad (con la que a un grupo le interesa), en que sus procedimientos no son los adecuados o por cualquier otra cuestión, hasta en que un juez tomó café un día con alguien.

En base a eso se pretende regenerar la política y, como en la propuesta “secreta” catalana, hacerla depender del poder político. Y ya que estamos en eso, se dice querer limpiar la justicia y se ampara que unos partidos políticos anuncien lo que es, en la práctica, un ataque golpista que rompe con todas las leyes.

A veces se articulan mociones de censura inútiles que no son más que gritos para que los medios hagan la foto y hablen de alguien cuando en realidad ese alguien lo que está articulando en UN FRENTISMO socio-político que lleva a la división y a hurtar el poder de las urnas.


Estamos erosionando tanto el sistema que lo que esta práctica provoca es desconfianza, propuestas inútiles que hacen pensar que se está perdiendo el tiempo en banalidades, y confrontaciones inmaduras y perversas.

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